Nos quedamos muy cerca, llagamos a 6800 mts y decidimos no
seguir más allá.
Breve relato de las últimas
jornadas:
Llegamos a C2 con la ausencia de Rosa, que decidió no subir.
La primera idea era alcanzar al día siguiente C3, pero el tiempo empeoró y no tuvimos
más remedio que pasar dos noches en dicho campo. La segunda jornada por la
mañana decidimos subir a C3, el día había amanecido soleado, tras unas 5 horas
de ascensión llegamos a C3, muchísimo viento y en cuanto nos metimos en la
pequeña tienda de altura comenzó a nevar, las expectativas eran muy malas, a
las 8 de la noche seguía nevando y no teníamos más posibilidades que intentarlo
de madrugada, la tienda era zarandeada como un juguete por el viento y la nieve
se acumulaba de manera alarmante sobre los faldones.
Decidimos esperar el devenir
de los acontecimientos, pero si os cuento la verdad no dormimos en toda la
noche, breves cabezadas y rápidamente a observar el tiempo; a las 12 de la
noche abrí la pequeña puerta y seguía nevando mientras el viento jugaba con
nuestra tienda como un juguete; de nuevo a las 2 de la mañana y la situación
era la misma, breve sueño y ¡sorpresa! A las 3 de la madrugada la luna
iluminaba todo C3, el vendaval no cejaba pero el cielo estaba limpio y
maravilloso.
A las 4 un pequeño grupo guiado por mi buen amigo Iura salió
hacia la cima con un grupo de clientes y una media hora después nosotros. La
fuerte subida hacia la cumbre se veía iluminada por la luz tenue de los
frontales; llevábamos el material indispensable (solamente crampones y piolets
) la cuerda y los arneses descansaban en C2, como siempre. Pertrechados con
nuestros plumas y manoplas intentábamos aguantar el terrible viento que llevaba
desatado toda la noche, la sensación térmica era terrible y nada más salir comencé
a no sentir los dedos de los pies. La bajada hacía el collado era cómoda y de
repente sentí un grito, Alex había caído en una grieta que no estaba
señalizada, nunca en este lugar me había ocurrido algo así, solo podía ver su
cabeza y brazos, afortunadamente consiguió salir por su cuenta, y comenzamos la
subida zigzagueando en una tremenda cuesta interminable. Pronto alcanzamos al
grupo de Iura, el sol trataba de calentarnos pero era imposible, calculo que el
viento era cercano a unos 100 kms por hora y el avance era costoso, el Lenin en
esos momentos no nos regalaba nada y cada paso era sufrido como…
El grupo se movía muy lento y todo el mundo se quejaba del
frio en manos y pies, por mi parte ya no sentía nada en los dedos de los pies,
y comencé a preocuparme seriamente, campo tras campo de nieve continuábamos avanzando
hacia el “cuchillo” nuestro siguiente pequeño obstáculo por superar, el huracán
arreciaba y en esos momentos me planteé si merecía la pena seguir…
Unas cuantas rampas más… una mirada basto, Alex y un
servidor decidimos darnos la vuelta.
Iura y su grupo decidieron continuar hasta la cima, en estos
momentos están bajando a dos miembros del mismo en caballo hasta CB desde donde
os escribo, con severas congelaciones…
No se si hicimos bien o mal, pero estoy seguro de que
hicimos lo correcto. La bajada a C3 desde el “cuchillo” no fue un camino de
rosas, Alex y yo caímos más de in par de veces en grietas no señalizadas y en
una zona en la que nunca antes había habido peligro, gracias a mi compañero que
tirando del asa de mi mochila me saco de una en la que solo me sujetaban los
brazos y los bastones.
De vuelta a C3 hable con Alex, el decidió quedarse a
descansar en C3 el resto del día, y yo decidí bajar en esa misma jornada hasta
CB, locura según algunos. Concerté con Iura que acompañaría a mi compañero en
la bajada (por hoy) hasta el C1. Yo llegue al CB ayer a las 9 de la noche después
de una jornada interminable… y gracias a eso hoy puedo contaros esta historia…